En el desarrollo de la auditoría el auditor seguramente tendrá ocasión de trabajar con la gerencia, con el principal ejecutivo financiero y con varios miembros de alto nivel como los asesores legales y tributarios de la empresa incluso con los funcionarios de planeación y desarrollo. Teniendo en cuenta que el entendimiento total del cliente es la base de su opinión, estos contactos resultarán muy útiles porque proporcionarán al auditor la oportunidad de conocer más íntimamente y “de primera mano” las operaciones y los problemas de su cliente, lo cual, reforzara las conclusiones obtenidas previamente por los procedimientos usuales de auditoria.
El Director o Ejecutivo principal
Los altos ejecutivos maximizan el uso eficiente del tiempo por lo que normalmente prefieren que los asuntos de negocios sean tratados con brevedad y objetividad, así que es común que el Director o Gerente se reúnan con el auditor ante un problema de gran magnitud o difícil de resolver por alguien más; en tales circunstancias estas reuniones son tensas, pero se puede obtener de ellas el mejor éxito y beneficio para ambas partes. Aunque el contacto entre el auditor y el ejecutivo principal no sea frecuente, es conveniente que sea sólido y que tenga la confianza suficiente para llamarlo directamente cuando lo necesite. Por ejemplo para pedir su consejo en relación con una adquisición confidencial o cualquier otra transacción importante que planee efectuar, para pedirle ayuda en problemas contables o financieros delicados o confidenciales, o para resolver o dirimir cualquier problema surgido entre el personal del auditor y el del cliente.
Tanto el ejecutivo como el auditor deberían hacer el mayor esfuerzo para intercambiar información completa y precisa para evitar sorpresas mutuas. No serían las mejores relaciones auditor-cliente si el gerente realiza, sin comunicárselo a su auditor, operaciones que pudieran tener implicaciones contables no previstas; o al contrario, si el auditor presenta nuevos requerimientos, notas, que afecten los planes de la presidencia de la compañía. El alcance del contacto entre ellos depende de las necesidades del ejecutivo y de las habilidades como valor agregado del auditor; esta relación muchas veces puede extenderse. Al menos una vez el año el auditor debería reunirse con el ejecutivo principal para informarle de sus actividades y de los planes de mejora propuestos.
El principal ejecutivo financiero
El director financiero como responsable de la gestión contable y de la información financiera puede establecer un vínculo estrecho con el auditor, dado que este puede resultarle un asesor valioso en la medida que puede aportar su pericia en asuntos de información financiera con la experiencia obtenida de otros clientes y con un visto relativamente objetivo en razón a que no hace parte de la organización. El auditor es generalmente reconocido como gente bien informada y conocedora de asuntos, hechos y decisiones comunes a los ejecutivos financieros; y en virtud de la confianza que se haya ganado seguramente lo harán partícipe de sus planes y problemas.
La buena voluntad que se haya ganado es aún más importante si llega la ocasión de que el auditor esté en desacuerdo con su cliente acerca de un asunto importante y se ve obligado a insistir sobre su punto de vista. Es más fácil encontrar el mejor curso de acción en circunstancias difíciles, si las partes han trabajado antes juntas con éxito; podría resultar imposible encontrar una solución constructiva si no ha ocurrido así.
Los ejecutivos de finanzas tienen muy diversos puntos de vista acerca del valor de la contribución de sus auditores, esos puntos de vista sin duda reflejan una gama de experiencias. El conocimiento, la experiencia y la habilidad innata son factores determinantes en el grado de contribución del auditor, pero son la confianza y la capacidad para compaginar su destreza y talento con las necesidades y estilo particulares de su cliente, los requisitos que finalmente acercarán al auditor al principal ejecutivo financiero.
Personal corporativo
Las compañías que cuentan con gran personal corporativo para atender asuntos relacionados con la contabilidad y la auditoría y que cubren toda la gama de actividades de una empresa; negociaciones de fusión, contratos colectivos de trabajo, decisiones como comprar o arrendar un equipo, política de precios entre otros temas. El auditor debe estar preparado para colaborar con ese equipo; tal vez soliciten su participación en algunas discusiones a fin de revisar y aprobar el tratamiento contable de operaciones que se han propuesto, antes de su puesta en marcha. Un auditor calificado estará capacitado para ofrecer más que eso; tendrá pericia y probablemente también contribuirá a una mejor solución.
Ese tipo de actividad puede llegar a consumir demasiado tiempo. Si bien el auditor gana reconocimiento y le complace contribuir, debe también preocuparse de no abandonar sus propias responsabilidades y por ningún motivo comprometer o arriesgar su independencia. Se debe tomar este subrayado como un llamado a no diluir sus obligaciones en el ánimo de colaboración o asesoría.
No obstante, este tipo de intervención es muy útil y obligada profesionalmente, pues el auditor tiene el deber de aportar toda su habilidad y competencia cuando sus clientes las requieran y además, como un valor agregado a su función auditora. Con el tiempo su conocimiento del cliente aumenta y cada relación directa que tenga con sus asuntos financieros contribuye a ampliar su opinión de los estados financieros resultantes, sin descuidar su objetividad como profesional independiente.
La distinción entre las tareas de auditoría esenciales y tradicionales, y los servicios periféricos constructivos e informativos, se está desvaneciendo rápidamente; algunos ven en su desaparición una tendencia saludable. Hace tiempo, la simple auditoría de balance era el foco de las relaciones auditor-cliente y abarcaba el cuerpo principal de la actividad, con otros servicios que eran incidentales, esporádicos y con frecuencia gratuitos. El rumbo de la relación con algunos clientes es hacia la contribución más amplia y multifacética. La tendencia es saludable porque la auditoria, entendida como parte integrante de una amplia gama de servicios, es más efectiva y probablemente menos costosa para el cliente; sin embargo, esta tendencia puede fácilmente malinterpretarse por la alta dirección o la opinión en general, por lo que es importante que todos los profesionales que ofrezcan esa clase de servicios, se aseguren de que las partes interesadas comprendan la importancia de los trabajos especiales del auditor para lograr una auditoría más efectiva, sin poner en peligro su independencia esencial.